martes, 15 de abril de 2014

“La Rami” (Crónica III)

Ya había acontecido la dura limpieza facista de los maricones antes del comienzo del Mundial de Argentina 1978. Muchas locas habían caído en las garras de las botas, con binchas celestes y blancas. Se decía que las vestidas con “ropas femeninas” las alquilaban de comisaría en comisaría, hasta que algún gorra se sobrepasaba y las dejaba inconscientes.
Los años ochenta parecían traer una carga optimista, aunque superficial e inverosímil, pero por lo menos se podía pensar que el cambio de década traería mejores augurios que toda la multitud de cadáveres que devolvía el río de la plata, y que tan bien describiera en su texto del año 1981 “la rosa” Perlongher 1.
Ramiro Fabrici se había ocultado bastante bien de todas las posibilidades de caer en las manos de los atrapa maricas en sus intentos de tener amoríos en las oscuridades del conurbano. Tenía marcadas las zonas donde no podía inmiscuirse por ser zona “peligro rosa”, así las había catalogado con sus amigas, las pocas que quedaban y que todavía se animaban a reunirse a tomar el té a las cinco cada vez que se podía.
La “tota”era la que llevaba siempre las masas finas, que tan finas no eran, porque  la Paris se había puesto bien burguesa y se las compraba al panadero de toda la vida.La tota había experimentado con él las primeras lecciones sexuales con hombres y este le devolvía los favores del pasado con media docena más de facturas, por el recuerdo de aquellas eyaculaciones tan apresuradas detrás del mostrador.
Todas las demás amigas de “la Rami” se habían ido a provincias más pequeñas donde la persecución no era tan cotidiana y donde las caserías eran más exitosas. Las provincias del norte eran las preferidas para los exilios amorosos de estas locas, porque detrás del supuesto machismo norteño se escondía una hermosa solidaridad de los trabajadores de las salinas, que con tanto trabajo se unían en una especie de concubinato con maricas que tuvieran la vocación de servirlos, darles calor y hacerles la comida.
Otras tantas locas se habían refugiado en sus pensiones, o en el mejor de los casos, en sus departamentos, donde ya ni siquiera se llamaban para hablar de la farándula que se regodeaba con la sangre de las desapariciones y centros clandestinos. Todas estaban al tanto de lo que sucedía en las detenciones nocturnas, en los “enfrentamientos” entre las fuerzas y las organizaciones subversivas.
“La Rami” había tenido un romance fugaz con un militante cercano a Montoneros, que en  los últimos encuentros había llegado armado y eso la había asustado mucho, porque pensaba que podría encontrarse con un cana y todo terminaría en la muerte de algunos de ellos. El militante estaba viviendo en concubinato con una compañera de la organización barrial a la que pertenecía, por sugerencia de la cúpula de Montoneros. Lo habían descubierto a principios del año 1975 frotándose con un compañero en el campamento de formación de base. Desde allí la política de la organización había sido que cada vez que se sospechara de algún militante que cayera en las debilidades  de los placeres eyaculatorios con otro del mismo sexo, se tomarían tres medidas de acuerdo al grado de peligrosidad: expulsión, concubinato obligatorio con una mujer o trabajos forzosos.
La Rami vivía en plena zona tomada por la policía que había sido fiel seguidora de la tía Margaride, en la época donde se llenaban de locas los calabozos, y donde las paredes estaban colmadas de pictóricas rayas de esperma en tonos blancuzcos. Allí también habían conocido varias travas que estaban continuamente, casi como esclavas de honor a los festines sexuales que se armaban las facistoides gorras de las comisarías de la provincia. La Rami  había  sido liberada gracias a esos contactos en un par de oportunidades, ya que sólo por la sospecha la metían en el calabozo número quince, donde metían a las mariconas insalvables: el calabozo de “las niñas bonitas”.
La Rami, Raúl Frabrici en la vida pública, era un reconocido profesional de la Comisión de Energía Atómica de Ezeiza. Esta tarjeta lo salvaba la mayoría de las veces de espantar las dudas sobre su moralidad: un profesional correcto de 48 años no era factible de ser mirado como desviado, a no ser por su soltería y por vivir con su madre y hermana.

Los amigos
Rami, cuando había cumplido los 27 años, ya hacía varios años tenía un buen puesto en la Comisión de Energía Atómica. Era un químico que tenía buena reputación y muy querido por todos sus compañeros de trabajo. Contaba con una mano los amigos verdaderos de aquellos años, entre ellos estaba Pedro, su amigo del colegio secundario y con el cual habían hecho la carrera juntos. Pedro estaba en pareja con su novia desde los catorce años, un noviazgo como los de aquellos años: con proyectos de casorio y todo. Se tenían un gran afecto, pero la sospecha de su desviación se había hecho más latente. Rami tenía a veces expresiones apresuradas, donde se deslizaba una personalidad que Pedro nunca había visto.
Una noche, en una cena de compañeros de carrera, se encontraban todos con sus respectivas novias. Rami se había puesto el delantal y estaba a la par de todas las chicas sirviendo la mesa y atendiendo a los comensales. Pedro le había pedido, al estilo jauría de machos:


-       - Venite a tomar un vaso de vino Rami, que las chicas se encarguen de la picada.

La Rami no lo escuchó, y entre vasos de tinto y cerveza artesanal ya estaba bastante ebria. Comenzó a chusmear con las novias sobre sus novios. De todo lo que se hablaba era de la cama, el sexo, las posiciones y la mar en coche. Mientras en la sala los hombres hablaban de fútbol y de una salida a un prostíbulo de cercanías al Aeropuerto de Ezeiza.
Rami no pudo callarse la boca, y en el momento en que la novia de Pedro iba a tomar la palabra le dijo:
-       
-    - Ya que estamos hablando de tamaños, que hable la novia del químico vergón.

Hubo un minuto de silencio, que se relajó con la carcajada de una de ellas que dijo:
-     
  -         - ¡Esta lo debe haber visto en el gimnasio de la Normal!

Dos cosas estaban siendo bastante raras: que una de ellas la tratara en femenino, y la información con la que contaba, sobre el tamaño del sexo de su mejor amigo. Rami se levantó con la excusa de ver cómo iban las empanadas en el horno y salió del momento complicado.
No sólo había visto en los cambiadores de la escuela secundaria a las longitudes del pene de Pedro, sino también en algunas otras ocasiones. Habían tenido un terrible revolcón luego de una salida de amigos, cuando sin querer terminaron escondiéndose de un patrullero en una esquina oscura en una casa abandonada. Esa noche habían estado tomando ginebra como agua de manantial, la borrachera era tal que ninguno de los dos podía modular la lengua para hacerse entender. Ese día estuvieron juntos: muchos besos, muchas caricias y el sexo que nunca habían tendido con ninguna otra persona. Esa noche habría quedado para ambos en el pasado, como un hermoso recuerdo del que nunca jamás hablaron.

La desaparición
Rami había salido como todos los sábados a ver qué se podía cazar. Ya tenía claro que en cualquier baño público estaba todo más que complicado para alguna aventura apresurada, pero pensó: “cuando el deseo tira hay que responderle”, y además: “qué vida era esa, de esconderse y sólo mirar revistas con hombres semidesnudos, la vida tenía que ser otra cosa”.
Esta vez fue al puente cerca de la estación, sabía que allí seguramente encontraría a un chongo de barrio, que no tuviera nada que ver con la policía federal ni provincial. Entró al baño de un bolichón y vió que habían dos muchachos en los mingitorios que parecía que estaban por comenzar algo. Uno tenía alrededor de treinta años y el otro no llegaba a los veinticinco. En el preciso momento en que entró, se dio cuenta que sería detenido por ese dúo poco apasionado en la tarea del levante. Nunca pensó que con solo mirar seria arrestado por infracción al Art. 68 2. Lo llevaron inmediatamente detenido, ni siquiera pudo decir algo en su defensa. Los agentes le dijeron que como hombre mayor, estaba incitando a un menor a la pederastia 3. Que los pederastas pasivos tenían una celda asignada en la Brigada de Investigaciones, y que las aventuras de amorales sexuales 4 también se pagaban con arresto. Este cronista agrega, que seguramente en esas celdas también se pagaba con favores sexuales a los propios oficiales.
La familia de Ramiro luego de pasadas las 24 horas comenzó a hacer llamados a las comisarías, hospitales y a amigos para averiguar si lo habían visto. Llamaron a un periodista cercano a la familia, quien sacó al día siguiente un artículo en el diario titulado “Lo buscan sus familiares”. Allí la crónica menciona la preocupación de su familia por la falta de Fabrici, y también por “la índole de las actividades del desaparecido y el hecho de que no tienen ninguna filiación política y ser hombre de vida tranquila, sin problemas acuciantes”. Todas estas razones esgrimidas, fueron bien aclaradas por sus allegados e insistidas por el periodista a su editor: había que dejar claro que no le interesaba la política y que gozaba de prestigio en la Comisión de Energía Atómica.
Esta vez Fabrici fue llevado a la Brigada de Investigaciones, ya no a la comisaría donde tenía los contactos de las locas esclavas. Esta vez era más complejo el entramado burocrático, y más si se lo habían llevado por homosexual. Estuvo detenido seis días en el edificio de la Brigada I de Morón. Fue ubicado en la celda donde estaban las travestis de turno y tuvo que hacer las labores destinadas al personal de limpieza.
Mientras limpiaba las letrinas se preguntaba una y otra vez por qué había salido esa noche a sabiendas del peligro. Pero una y otra vez pensaba cómo sería la manera de vivir su deseo, su deseo que no era algo común, que le dolía, que lo angustiaba, pero al fin era su deseo. Pensó que el infierno se corporizaba en esos uniformados que venían a exigirle que limpie esos baños inmundos y que la trataran como “la vieja”. Pensaba en su vieja, si lo estaría buscando, en su hermana que sabía de su secreto. Y también se acordaba de a ratos de aquellas vez, que con Pedro se habían amado hasta el cansancio. Pensaba que los recuerdos son la mejor resistencia y la garantía de que la vida podía ser otra cosa.
Por contactos del periodista, Pedro llegó a la Brigada de Investigaciones. Pidió hablar con el encargado de la guardia y le comenzó a dar razones sobre Ramiro y su buena reputación, y de lo acongojada que estaba su familia por su desaparición repentina. El jefe de turno le explicó a Pedro “las razones” del encarcelamiento de Ramiro. Que lo habían casado “in fraganti” corrompiendo a un menor a punto de obligarlo a que le practique una felatio. Su amigo no pudo menos que defenderlo, que lo conocía, que era incapaz de hacer una cosa semejante. La conversación duró media hora, el Oficial lo comprometió a Pedro de hacerse cargo de ese desviado, que si se comprometía a tenerlo controlado en su casa sin salidas a los baños públicos, al otro día saldría libre.
Al día siguiente Ramiro llegó  a su casa de madrugada. Lo habían liberado con todas las advertencias del caso, hasta con la promesa de que terminaría el resto de sus días lavando las letrinas de la Escuela de Suboficiales. Una vez en la casa su madre no le preguntó nada. Rami temía que llegue la hora de la pregunta y no poder mentirle más. Después que se duchó su la madre le preguntó si quería unos mates, y que tenía preparada la tarta de frutillas que tanto le gustaba. Una vez sentados en la mesa del patio interno ella le dijo que Pedro se había portado muy bien, que había estado en todas las diligencias y que si no hubiera sido por él no hubiera sabido a quien recurrir. Y antes que pudiera contestarle, le dijo:
-     
     -  Pedro nos comentó sobre la equivocación de los suboficiales, que te confundieron con una persona del mismo apellido relacionado con la guerrilla.

La Rami suspiró mientras contenía del ojo una lágrima. Agarró el mate calentito y dijo con tono lento para que no notase su ansiedad contenida:

-        - Sí, una gran equivocación vieja, llevarme  a mí preso como un extremista.

Sintió que volvía a vivir, que estaba en su casa con su vieja, con el mate recién cebado. Había visto tantas cosas esos seis días en esos calabozos: tanta gente gritando y música muy alta, que prefirió olvidar y seguir con las historia que Pedro había creado para salvarlo de la vergüenza de ser llamado pederasta. Pedro, su amigo más cercano, lo había sacado de la cárcel y lo había rescatado de las garras de esos uniformados. Era una loca que se había salvado y podía contarla. Nunca había estado de acuerdo con las organizaciones armadas, pero sabía que estaban asesinando a mansalva a cientos de personas por subversivos, pero también por maricones.




     1  - “La Rosa” se hacía llamar Néstor Perlongher, por Rosa Luxemburgo. Activista mítico del Frente de Liberación Homosexual de Argentina (FLH). Escribió el texto “Cadáveres” en el año 1981: “Bajo las matas, en los pajonales, sobre los puentes, en los canales, Hay Cadáveres…”
       2     - El Artículo 68 de la Ley 8031/73, derogado en el año 2008 decía: “Será penado con una multa de entre el quince (15) y el cuarenta (40) por ciento del haber mensual del Agente del Seguridad (Agrupamiento Comando) de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y arresto de cinco (5) a treinta (30) días, la prostituta o el homosexual que se ofreciere públicamente, dando ocasión de escándalo o molestando o produjere escándalo en la casa que habitare”.
        3     - Pederastia. Término utilizado por los agentes de inteligencia de la DIPPBA (Dirección de Inteligencia de la Policía de Buenos Aires) para denominar a los homosexuales. También acompañado de los calificativos “activo” y “pasivo”.
 4      -  Amorales sexuales. Otro sinónimo utilizado por los agentes de la DIPPBA para denominar a los homosexuales. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola buen día: encontré tu blog a través de indymedia, y quería comentarte que me parece muy importante el trabajo que estás haciendo por rescatar las historias de personas LGBQT durante la dictadura. Para que realmente haya justicia y verdad para todxs, creo que contar estas historias es un paso importante. Además, quería preguntarte si te molestaría que reenvíe tus notas. soy parte de una comisión de géneros en mi trabajo, y me parece que el tema es de mucho interés para difundir. ¡Muchas gracias!

Cristian dijo...

Compartanla donde gusten, hay que salir a contar nuestras historias!